Entre tambores, trajes de colores y sonrisas que no se apagan, el pueblo se viste de alegría para celebrar los carnavales, donde cada calle se convierte en escenario, y cada corazón, en tambor que late al ritmo de la tradición.
Pero cuando llega junio, todo el fervor se concentra en las fiestas de San Pedro el Patrono. Con velas, danzas y promesas, los devotos se reúnen para rendir homenaje al santo protector del pueblo, mientras la música se mezcla con el incienso y la pólvora, y la fe camina de la mano con la fiesta.